No sé muy bien por qué hago esto. Me resistí durante largo tiempo
a crear un blog acerca de mi derrotero literario y, sin embargo, acá estoy.
Debe ser por el
hastío, por la liviandad con la cual pasa todo, que voy tirando manotazos a la
nada buscando señales que indiquen algo. Cualquier cosa. O nada.
Debe ser porque
mientras el tiempo se escurre como arena en un desierto y la vida jadea sabiéndose derrotada de antemano, intento espantar a los buitres que vuelan
cada vez más bajo, formando círculos asfixiantes.
Quizás sea por
ansiedad, por el deseo de que pase algo que sacuda el suelo y vuele todo por el
aire.
Tal vez sea
porque la única forma que conozco para exorcizar a mis demonios sea conjurando
letras sobre una hoja, para lanzarlas como si fueran el hechizo más poderoso
del planeta (hola, Alan Moore). O tal vez no sea nada de todo esto.
Mientras tanto,
yo (ustedes), acá. Mirando de reojo, esperando agazapado, acechando al destino
como si fuese una liebre huidiza para saltarle al cuello.
Entonces, es
mejor esperar. Desesperando. Atravesando el espacio, revolviendo entre las
vísceras del caos hasta encontrar un destello de algo. O, simplemente, la nada.
Dejo la invitación abierta a este espacio, donde encontrarán algunas de mis
participaciones en antologías, concursos y, si el viento viene a favor,
proyectos propios y escritos inéditos.
Un abrazo a la
distancia.